Estamos atravesando la semana más importante del cristianismo en todo el año, que culminará mañana con la resurrección de Jesús. Son días que nos convocan a repensar los sentimientos y los compromisos de cada uno de los habitantes de la tierra incluyendo, obviamente, a quienes no son creyentes pero se sienten convocados también por un momento lleno de espiritualidad y del reencuentro con los pensamientos esenciales que nos hacen ser humanos.

Por ese motivo, no deben entenderse los días no laborables que componen la agenda como un tiempo de mero descanso; por el contrario, y desde mucho antes del jueves pasado, la idea es que sean jornadas de fe y constricción, con la característica de que este año el calendario hace coincidir las pascuas entre los fieles de la iglesia Católica Apostólica Romana, la iglesia Ortodoxa y el judaísmo, aparte de otras manifestaciones religiosas.

Sin embargo, todavía hay quienes viven las fechas como simples descansos, despojados de todo compromiso trascendente, como meros momentos de relax y diversión, que no reflejan su verdadero e íntimo sentido. La posibilidad de confundirse está siempre latente. En Uruguay, desde hace un siglo y dentro del proceso de separación entre la Iglesia y el Estado, se denomina a estos días como Semana del Turismo, despojando de todo sentido religioso a los feriados vigentes. Por supuesto que es una posibilidad para quienes no sean creyentes tomarlo desde ese lado. Sin embargo, para quienes profesan la fe, pensar que son simplemente de pausa en el trabajo es desvirtuar el verdadero sentido íntimo de estas jornadas.

En particular, hoy es Sábado Santo (llamado Sábado de Gloria hasta 1955, cuando el papa Pío XII cambió su denominación), en el que se conmemora la muerte de Jesús y su descenso a los infiernos. Por ello es un día de reflexión, luto y silencio, que marca la espera de Su resurrección. Evoca la soledad de María tras la pérdida de su hijo y la vigilia de 40 horas que los seguidores de Cristo realizaron después de su sepultura, por lo que es la fecha reservada a los retiros espirituales, con las iglesias abiertas para que los sacerdotes atiendan confesiones y la Vigilia Pascual nocturna.

Por fuera de los templos, habrá también actividades sociales y culturales, como los espectáculos de luz y sonido en el Cristo Bendicente del cerro San Javier y en la Gruta de la Virgen de Lourdes en San Pedro de Colalao; las últimas funciones de “Vida y pasión de Dios Hombre” en el complejo Ojo de Agua en Tafí del Valle y de “La pasión de Cristo” en Amaicha y el recorrido de la Ruta de la Fe Sur, por sitios religiosos históricos de Aguilares, Villa de Medinas, Monteros, Famaillá y Lules, entre otras propuestas.

Esa agenda busca reforzar lo espiritual, no disolverlo en espectáculos y eventos. La figura de Jesús sufriente y dolente invita a los propios actos de renuncias y de amor al prójimo. “Sólo Cristo salva con su entrega en la Cruz por nosotros, sólo él redime, porque hay ‘un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo, hombre él también, que se entregó a sí mismo para rescatar a todos’”, escribió el papa Francisco (con cita a Timoteo) el año pasado en su encíclica Dilexit Nos. “Cristo muestra que Dios es proximidad, compasión y ternura”, agregó en otro párrafo. Con esas ideas se atraviesa el dolor para llegar a la salvación eterna.